Libro: El Nuevo Orden Mundial
Estimados lectores, pienso que una noción básica para comprender lo que se postula en este blog y en otros sitios similares es adentrarse en las fuentes y lo que los estudiosos del tema están diciendo hace años. Ideas y postulados que los medios tradicionales se afanan en evitar. Por esto quiero compartir desde ahora con ustedes fracciones de libros y noticias que puedan ser importantes para forjarse una base de conocimiento que permita clarificar este tema del "Nuevo Orden" que parece ser el zumbido de fondo en cada gran acontecimiento político, religioso, moral o militar en estos días.
A continuación compartimos el capítulo III del libro "El Nuevo Orden Mundial" de Martín Lozano, Alba Longa Editorial, 1996.
LOS ILLUMINATI DE WEISHAUPT
La Orden de los Iluminados de Baviera fue fundada el 1 de marzo de 1776 por Adam Weishaupt, un profesor de Derecho Canónico de la Universidad alemana de Ingolstadt formado en el colegio de los jesuitas de su ciudad natal. Sus primeros adeptos fueron cuatro alumnos de su propia cátedra, que en un principio constituyó el epicentro de la labor proselitista del fundador. A partir de ese reducido núcleo se articuló la expansión de la Orden sobre la premisa básica de conseguir la adhesión de elementos situados en posiciones sociales y económicas relevantes. Consecuentemente, el reclutamiento de los nuevos acólitos no se efectuaba por candidatura, sino por cooptación, atendiendo a las propuestas de algún miembro de la secta e iniciando seguidamente una discreta maniobra de aproximación al candidato considerado idóneo.
Poco tiempo después de que fuese creada, tuvo lugar la incorporación a la Orden del primer adepto de alto rango social, un barón protestante de Hannover llamado Adolf von Knigge, cuyo temperamente ecléctico y ambicioso se dejaría sentir en las futuras actividades de la organización. A partir de entonces las incorporaciones de nuevos acólitos de destacada posición se sucederían ininterrumpidamente: el duque Luis Eduardo de Saxe-Gotha, el duque de Saxe-Weimar, el príncipe Ferdinand de Brunswick, el conde de Stolberg, el príncipe Karl de Hesse, el príncipe de Neuwied, el conde von Pappenheim, el barón de Dalberg, el escritor Wofgang Goethe (Abaris, en la nomenclatura de la secta) y un largo etcétera.
La estrategia diseñada por Spartacus (nombre sectario de Weishaupt) habría de convertirse con el tiempo en el modelo inspirador de todas las sociedades afines orientadas al advenimiento de un "nuevo orden", y básicamente se resumía en los puntos siguientes: reclutamiento en los círculos sociales oligárquicos; rígida jerarquización interna; mando restringido a un reducido grupo de iniciados; y agitación ideológica fundamentada en los señuelos humanistas, filantrópicos y democráticos plenamente consagrados en la actualidad. De los Illuminati y de la Francmasonería procede igualmente el esquema organizativo en círculos concéntricos, adoptado después por las sociedades carbonarias (Babeuf, Buonarrotti, Bakunin, Marx), y por las actuales agrupaciones financiero-tecnocráticas de ámbito mundial.
El hecho de que se disponga de un conocimiento prácticamente absoluto de los inicios de la Orden, cuyos documentos internos cayeron en manos de la policía bávara, permite seguir el rastro de sus actividades y constatar la permanencia en el tiempo de sus métodos operativos. Las directrices de Weishaupt no podían ser más elocuentes: "es en la intimidad de las sociedades secretas donde ha de saberse preparar la opinión"; "cada adepto debe llevar un diario donde anotará todas las particularidades concernientes a las personas con las cuales esté en relación". Por otra parte, y en tanto, que iniciado en la masonería regular, y conocedor, por ello, de los métodos de ésta, Weishaupt adoptó la máxima según la cual "cada iluminado debía actuar como si el grado al que pertenecía fuera el último", para añadir a continuación que "la franqueza sólo es una virtud cuando se manifiesta con los superiores jerárquicos".
Por lo que se refiere a los objetivos de la Orden, las consignas impartidas por Weishaupt a sus grados superiores no dejan espacio a la duda: "Cada uno de los hermanos debe poner en conocimiento de su jerarquía los empleos, servicios, beneficios y demás dignidades de las que podamos disponer o conseguir por nuestra influencia, a fin de que nuestros superiores tengan la ocasión de proponer para esos empleos a los dignos miembros de nuestra Orden"; "De lo que se trata es de infiltrar a los iniciados en la Administración del Estado, bajo la cobertura del secreto, al objeto de que llegue el día en que, aunque las apariencias sean las mismas, las cosas sean diferentes"; "En una palabra -apostillaba Weishaupt- es preciso establecer un régimen de dominación universal, una forma de gobierno que se extienda por todo el planeta. Es preciso conjuntar una legión de hombres infatigables en torno a las potencias de la tierra, para que extiendan por todas partes su labor siguiendo el plan de la Orden".
Como será fácil advertir, esos últimos pronunciamientos guardan un estrecho paralelismo con las manifestaciones efectuadas en nuestra época por varias figuras prominentes del Nuevo Orden Mundial. Sirvan como muestra las que se reproducen a continuación:
Edmond de Rothschild, en declaraciones a la revista Enterprise: "La estructura que debe desaparecer es la nación"
James Paul Warburg, patrón del grupo financiero S.G.Warburg, miembro de la Round Table y del Council on Foreign Relations, en una alocución pronunciada ante una comisión del Senado estadounidense. "La única interrogante de nuestro tiempo no es si el Gobierno Mundial será alcanzado o no, sino si será alcanzado pacíficamente o con violencia. Se quiera o no, tendremos un gobierno mundial. La única cuestión es saber si será por concesión o por imposición".
Guardando el debido orden jerárquico, y una vez que han hablado los patrones, es ahora el turno de sus subalternos.
Gianni de Michelis, ex-ministro italiano de Asuntos Exteriores y presidente del Instituto Aspen (un apéndice de la Comisión Trilateral), en declaraciones efectuadas al diario El País el 4 de abril de 1990: "El poder ha de ser inevitablemente transferido de las naciones soberanas a instituciones supranacionales".
John Kennet Galbraith, socialista fabiano, profesor de la Universidad de Harvard (feudo académico del Council on Foreign Relations y de la Comisión Trilateral), en declaraciones publicadas el 9 de marzo de 1977 por el diario La Vanguardia: "El socialismo moderno no dependerá de los teóricos o de los políticos, sino de los dirigentes de las empresas multinacionales".
El corpus ideológico iluminista, idéntico en lo esencial al de la francmasonería especulativa, hace del culto al racionalismo una de sus piedras angulares, lo que no es obstáculo para que, simultáneamente, recurra a un variopinto galimatías de conceptos extraídos arbitrariamente de la Biblia o del confucionismo, conceptos a los que se añaden otros tomados de filósofos como Epicteto, Séneca o Marco Aurelio. Se trata, pues, del característico ejercicio de sincretismo doctrinal, un hecho que aplicado al terreno metafísico e iniciático, al que habitualmente apelan las organizaciones pseudoiniciáticas modernas, es síntoma inequívoco de mascarada y de fraude.
Por lo que se refiere a las relaciones entre los Illuminati y la Francmasonería, y al margen de su notoria afinidad ideológica, cabe subrayar, en primer término, la pertenencia del propio Weishaupt a la masonería regular, en la cual había sido iniciado tiempo antes de que fundara la Orden iluminista. Más significativa aún a este respecto fue la Reunión o Convento de Wilhelmsbad, una especie de Conferencia de todos los grupos masónicos que tuvo lugar en 1782, y en la que participó la logia de la Estricta Observancia, a la cual pertenecían extraoficialmente los Iluminados de Baviera. En dicha reunión se acordó refundir los tres primeros grados de todas las obediencias masónicas, dejando los restantes al arbitrio de cada una de las logias. A raíz de aquel evento, y tras el intento fallido de Weishaupt de unificar bajo su autoridad todas las disciplinas masónicas, se produjo un fluido trasvase merced al cual numerosos francmasones fueron iniciados en la Orden iluminista, mientras que otros tantos acólitos de Weishaupt ingresaban en las filas de diversas logias masónicas, duplicando así, unos y otros, su filiación. A esa circunstancia obedecería la pervivencia en el tiempo de la corriente iluminista, aunque la Orden fuese declarada ilegal en 1784 por el Elector de Baviera, y pese a que su fundador fuera desterrado y, más tarde, una vez conocido el alcance de la trama iluminista, condenado a muerte.
Tras dicha condena, que en realidad no fue sino un gesto efectista del Elector bávaro, y contando con la aquiescencia de este último, Weishaupt se evadió a la corte del duque de Saxe, uno de sus adeptos, que le nombró su consejero y le confió la educación de su heredero. Los restantes dirigentes de la Orden se evaporaron temporalmente, prosiguiendo su actividad en las logias masónicas europeas y americanas, aunque su ostracismo duraría poco tiempo. En efecto, en 1786 vuelven a aparecer en una reunión que tuvo lugar en Frankfurt, casa matriz de los Rothschild, y en la que se gestaron los preparativos de la Revolución Francesa. Allí fue acordada la muerte de Luis XVI y la creación de la Guardia Nacional republicana, y desde allí se impartieron las correspondientes órdenes a las logias militares francesas para que, llegado el momento, no obstaculizaran el desarrollo del proceso revolucionario. No menos relevante fue la participación en dicho proceso de los acólitos iluministas, muchos de los cuales militaban simultáneamente en diversas logias de la masonería regular. Figuraron entre ellos el abate Siéyes, el marqués de Condorcet, Danton y Tayllerand, así como Mirabeau, Marat y Robespierre, afiliados a una sociedad iluminista conocida como el Comité Secreto de los Amigos Reunidos. Por otro lado, las labores de agitación y los disturbios sociales promovidos por los militantes iluministas en Francia contaron con el generoso patrocinio económico de financieros como Benjamín y Abraham Goldsmid, Moisés Mocatta, David Friedlander, Herz Cerfbeer y Moisés Mendelsshon.
En la línea de lo apuntado conviene significar que la filosofía y la simbología iluministas jugaron asimismo un papel sobresaliente en la gestación de la República Norteamericana, como muy pronto veremos.
Para cerrar este epígrafe bueno será dedicar algunas líneas a una de las herramientas ideológicas que más propició el óptimo desenvolvimiento de la francmasonería en su conjunto y del iluminismo en particular, dando paso con ello a la instauración del nuevo régimen. Se trata de la filantropía, un concepto que habría de consolidarse como una de las peculiaridades características del modelo burgués. Partiendo del los postulados del humanismo renacentista, dicho concepto fue desarrollándose a modo de sucedáneo de las creencias religiosas, sometidas a un progresivo descrédito como lógica consecuencias de su sórdida instrumentalización durante el Antiguo Régimen; un hecho, este último, en el que nunca reparan ciertos críticos del mundo moderno casualmente pertenecientes a los sectores de la burguesía que siguieron practicando esa espúrea instrumentalización. Devenida, pues, en una suerte de pseudorreligión antropocéntrica, la filantropía pasaría a convertirse en el instrumento predilecto de la nueva clase dominante para engalanar su mentalidad materialista y como contrapunto de la vacuidad metafísica y espiritual que le es característica.
Desde entonces la causa filantrópico-humanista serviría para promover las convulsiones más sangrientas, para justificar los mayores despotismos y para adulterar los más elementales principios, amén de convertirse en la mejor cobertura del dominio oligárquico. Ese fue el mecanismo ideológico de la dictadura jacobina, y en cuyo nombre se perpetraron las matanzas de la Vendée y se instauró el Gran Terror. El mismo que utilizaría después el totalitarismo marxista y el mismo que esgrimen en el presente los psicópatas "filántropos" del Nuevo Orden Mundial.
LA FUNDACIÓN DE LA REPUBLICA NORTEAMERICANA
El 4 de julio de 1776, los delegados de los trece Estados de Nueva Inglaterra proclamaban la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América. De los trece firmantes del Acta de Independencia, nueve eran francmasones (Ellery, Franklin, Hancock, Hewes, Hooper, Paine, Stockton, Walton y Whipple). Idéntica condición compartían nueve de los trece delegados que rubricaron los artículos de la nueva Confederación (Adams, Carroll, Dickinson, Ellery, Hancock, Harnett, Laurens, Roberdau y Bayard Smith), así como los trece firmantes de la Constitución estadounidense (Bedford, Blair, Brearley, Broom, Carroll, Dayton, Dickinson, Franklin, Gilman, King, McHenry, Paterson y Washington). La gran mayoría de los congresistas que ratificaron dichos acuerdos eran igualmente miembros de la hermandad masónica, lo mismo que la práctica totalidad de los mandos del ejército republicano que combatió a las tropas realistas de la metrópoli inglesa.
La influencia de la francmasonería se haría patente desde el principio en todos los ámbitos del incipiente Estado, modelando sus componentes ideológicos y políticos e inspirando buena parte de su simbología.
Inmediatamente después de proclamar la Declaración de Independencia, el Congreso reunido en Filadelfia adoptó una resolución encargando a John Adams, Benjamín Franklin y Thomas Jefferson la confección del sello oficial del nuevo Estado. A tal efecto, cada uno de los tres miembros del comité sugirió un diseño para el sello de la Unión. Jefferson propuso una imagen que representase al pueblo de Israel marchando hacia la Tierra Prometida. Franklin proyectó una alegoría en la que aparecía Moisés conduciendo a los israelitas a través del Mar Rojo. John Adams, por su parte, se inclinó por un tema de la mitología griega que representaba a Hércules. A estas primeras propuestas se les fueron añadiendo las de sucesivos comités hasta que, finalmente, fue aprobado el diseño definitivo propuesto por el secretario del Congreso, Charles Thomson, maestre de una logia masónica de Filadelfia dirigida por Benjamín Franklin.
El reverso de dicho sello no era (es) sino una transcripción de la simbología iluminista. En su parte central figura una pirámide truncada de trece escalones, el último de los cuales contiene una fecha escrita en caracteres romanos: MDCCLXXVI, esto es, 1776. Coronando la cima de la pirámide aparece un triángulo radiante con un ojo en su interior. Tal ideograma era el símbolo de los Illuminati de Baviera, y el que figuró en las portadas de los textos jacobinos más radicales durante la Revolución Francesa. El reverso del Gran Sello incluye también dos leyendas, una en su parte superior, circundando el triángulo, que reza "Annuit Coeptis", y otra en su parte inferior, que circunda la base de la pirámide y dice "Novus Ordo Seclorum".
Los trece escalones de la pirámide representan a los trece Estados firmantes de la Declaración de Independencia. La leyenda "Annuit Coeptis" se traduce como "(él) ha favorecido nuestra empresa", refiriéndose al ojo encerrado en el triángulo, que representa a una fuerza providencial cuya naturaleza será mejor dejar para otra ocasión. Esta consigna refleja fielmente esa especie de mesianismo pseudorreligioso que ha impregnado desde sus comienzos la idiosincrasia nacional estadounidense. No será necesario extenderse aquí sobre las pretensiones "salvíficas" de ese país, pretensiones que se han venido manifestando como una constante prácticamente desde su nacimiento. De ahí los innumerables atropellos "libertadores" cometidos por tan emérita nación sobre sus vecinos continentales del sur, por no hablar de los perpetrados contra los nativos amerindios, y de ahí sus ínfulas contemporáneas que le llevan a erigirse en faro de la humanidad, pese a tratarse una de las sociedades en las que con mayor virulencia se manifiestan todas las lacras de la patología occidental. Aunque justo es reconocer que también se trata de uno de los pocos países, por no decir el único, en el que aún subsiste una prensa independiente digna de ese nombre, minoritaria y arrinconada, naturalmente. Entendiendo por prensa independiente, claro está, aquélla que desenmascara al Sistema en su conjunto, y no la que practica la nauseabunda farsa de censurar las irregularidades de alguna de las facciones políticas que lo componen, santificando simultáneamente al Sistema que está por encima de todas ellas.
En cuanto a la otra frase del sello, "Novus Ordo Seclorum", su traducción correspondiente vendría a ser "El Nuevo Orden de los Siglos" o "El Nuevo Orden de las Eras". Como podrá apreciarse, las referencias a un Nuevo Orden y a una Nueva Era, tan recurrentes a todo lo largo de la época moderna, no son nada nuevas. Esta frase, tomada del filósofo romano Virgilio, es interpretada en su sentido más superficial como una equiparación del nuevo Estado norteamericano con la antigua Roma Imperial. Pero en la simbología iluminista la leyenda en cuestión no se refiere a nada de eso, sino a la "Nueva Era de Acuario" (otro concepto muy en boga hoy), que habrá de suceder a la Era de Piscis o Era Cristiana. Con arreglo a dicha simbología, la fecha que figura en el Gran Sello norteamericano, 1776, que es la fecha en la que tuvo lugar tanto la Declaración de Independencia como la fundación de la Orden de los Iluminados, marca el inicio de un período de 250 años durante el cual deberá consumarse la transición de la Era de Piscis a la de Acuario. Y en esa transición, tal y como pensaban los diseñadores del Sello, los Estados Unidos desempeñarían un papel determinante.
Un buen colofón de todo lo apuntado hasta aquí podría ser la carta que el propio George Washington le escribiera en 1798 al pastor protestante G.W. Snyder, y en la que se expresaba en estos términos: "Yo no tenía la intención de poner en duda que la doctrina de los Iluminados y los principios del jacobinismo se habían extendido en los Estados Unidos. Al contrario, nadie está más convencido de ello que yo. La idea que yo querría exponeros era que yo no creía que las logias de nuestro país hayan buscado, en tanto que asociaciones, propagar las diabólicas doctrinas de los primeros y los perniciosos principios de los segundos, si es que es posible separarlos. Que las individualidades lo hayan hecho, o que el fundador o los intermediarios empleados para crear las sociedades democráticas en los Estados Unidos hayan tenido ese proyecto, es demasiado evidente para permitir la duda".
Como culminación del proceso, en 1945 otro hermano francmasón, el presidente Franklin Delano Roosevelt, ordenó que el reverso del Gran Sello norteamericano se imprimiera en la cara posterior del billete de dólar, sin duda el lugar más idóneo. Todo un símbolo de la religión humanista del poder y del dinero que impera en la actualidad y que tiene sus centros de culto en la Sala de Oración del Capitolio, en el Templo del Entendimiento de Washington y en el Salón de Meditaciones de la ONU.
Desde el primer presidente de la nación, George Washington, iniciado en la logia Fredicksburg nº 4 de Virginia, y con el tiempo Gran Maestre de la logia Alejandría nº 22, quince han sido sus sucesores en la suprema magistratura de los Estados Unidos que han vestido el mandil francmasón:
James Monroe, presidente de 1817 a 1824. Maestre de la logia Williamburg nº 6 de Virginia.
Andrew Jackson, presidente de 1829 a 1836. Gran Maestre de la logia Harmony nº1 de Nashville (Tenesse).
James Knox Polk, presidente de 1845 a 1849. Maestre de la logia Columbia nº 31 de Tenesse.
James Buchanan, presidente de 1857 a 1861. Maestre de la logia nº 43 de Lancaster (Pensilvania).
Andrew Johnson, presidente de 1865 a 1868. Grado 33 del rito escocés.
James Garfield, presidente en 1881. Grado 14 en la logia Mithras de Washington.
William McKinley, presidente de 1897 a 1901. Caballero del Templo en la logia Canton nº 60 de Ohio.
Theodore Roosevelt, presidente de 1901 a 1909. Maestre en la logia Matinecock nº 806, de Oyster Bay (Nueva York).
William Howard Taft, presidente de 1909 a 1913. Gran Maestre de la masonería de Ohio.
Warren G. Harding, presidente de 1921 a 1923. Grado 33 en la fraternidad nº 26 de Ohio.
Franklin Delano Roosevelt, presidente de 1933 a 1945. Grado 32 del rito escocés.
Harry S. Truman, presidente de 1945 a 1953. Gran Maestre de la masonería de Missouri y, posteriormente, grado 33, el máximo de la organización.
Lyndon B. Johnson, presidente de 1963 a 1969. Iniciado en la masonería de Tejas.
Gerald Ford, presidente de 1974 a 1977. Miembro de la logia Columbia nº 3 de Washington e Inspector General Honorario del grado 33.
Y George Bush, grado 33 del Supremo Consejo, además de Gran Carnicero de Panamá y Gran Devastador de Irak, aunque este tipo de títulos no suelan ser reconocidos oficialmente por la filantropía francmasónica.
Esto no es más que una muestra de la presencia de la francmasonería en la vida pública estadounidense, ya que la nómina de todos los adeptos pertenecientes a las altas esferas económicas, políticas y sociales sería, por su extensión, imposible de reproducir aquí.
Junto a las logias adscritas al rito escocés, es decir, a las Constituciones de Anderson, y en estrecha relación con las mismas, opera en los Estados Unidos otra masonería con identidad propia agrupada en torno a la Logia B'naï B'rith y reservada exclusivamente a los ciudadanos de origen judío. Esta entidad, cuyo peso e influencia en las altas esferas del Poder serán analizados más adelante, cuenta con ramificaciones distribuidas por 47 países, y el número de sus afiliados supera la cifra de 600.000. De cualquier modo, el hecho de pertenecer a la logia B'naï B'rith no impide la militancia de sus miembros en otras logias de la masonería regular, cosa, por lo demás, harto frecuente, si bien el flujo en sentido inverso no es posible.
Por otro lado, el papel desempeñado por los francmasones judíos en la fundación y desarrollo de la masonería norteamericana fue, desde los mismos inicios de ésta, más que notable. Y nada mejor para constatarlo que acudir a la valoración efectuada sobre ese particular por la publicación Jurisdiction Sud, boletín oficial del rito escocés reservado a los adeptos, en cuyo número correspondiente a marzo de 1990, el francmasón de grado 32 Paul M.Bessel escribía lo siguiente:
"Los judíos han estado activamente vinculados a los inicios de la francmasonería en los Estados Unidos. Numerosos detalles prueban, en efecto, que ellos estuvieron entre los fundadores de la francmasonería en siete de los trece Estados primitivos: Rhode Island, New York, Pennsylvania, Mayland, Georgia, Carolina del Sur y Virginia".
"Un francmasón judío, de nombre Moisés Michael Hays, fue el primero que introdujo el rito masónico escocés en los Estados Unidos. Fue igualmente Inspector General delegado para la francmasonería de América del Norte en 1768, y Gran Maestre del Estado de Massachussets de 1788 a 1792".
"Los francmasones judíos jugaron un papel importante en el curso de la Revolución Americana: 24 de ellos fueron oficiales del ejército de George Washington, y otros muchos ayudaron con su dinero a la causa americana. Hayim Salomon, un masón de Filadelfia que, junto con otros, contribuyó a la colecta de fondos destinados a sostener el esfuerzo de guerra americano, también prestó dinero a Jefferson, Madison y Lee".
"Se dispone de pruebas de que numerosos judíos, rabinos incluidos, permanecieron vinculados al movimiento francmasón americano a todo lo largo de la historia de los Estados Unidos. Ha habido al menos una cincuentena de Grandes Maestres judíos americanos. Hoy, numerosos judíos son activos francmasones en los Estados Unidos, así como en otros países. A título indicativo, el Estado de Israel cuenta con unas sesenta logias que comprenden un total de casi trece mil miembros. Sin hablar de los afiliados a la logia B'naï B'rith".
Tiempo antes, el Masonic Service Association of the United States había incluído en su publicación confidencial "Short Talk Bulletin" (vol. XLV, nº3) una lista de los Grandes Maestres judíos de la francmasonería estadounidense.
Por lo demás, la relación existente en el ámbito francmasónico no es más que un reflejo de la estrecha vinculación que, a todos los niveles, se ha dado siempre entre el protestantismo norteamericano y el universo judío. Vinculación que no sólo se manifiesta en los altos círculos sociales de ese país, donde la trabazón entre la oligarquía protestante y la plutocracia judía ha sido y sigue siendo íntima, sino también en la esfera ideológico-religiosa del fundamentalismo anglosajón. Es, por lo tanto, una solemne patraña, o si se prefiere, pura intoxicación, la idea que, desde los medios voceros del capitalismo progresista, atribuye al fundamentalismo protestante norteamericano un contenido antijudaico (como muestra perfecta de dicha intoxicación léase un artículo aparecido en el rotativo El Mundo el 29-4-95 bajo el título "Del Mayflower a Forrest Gump"). Intoxicación que, como se habrá podido comprobar, arreció con ocasión del atentado de Oklahoma, un suceso a partir del cual los manipuladores de costumbre han pretendido extender al conservadurismo protestante en su conjunto los planteamientos de los supuestos autores del delito, individuos pertenecientes a unos círculos ideológicos marginales y absolutamente minoritarios en aquel país. Baste decir a este respecto que los militantes de tales grupúsculos ultras no superan en los Estados Unidos la cifra de unas cuantas docenas, cantidad a todas luces irrisoria en un territorio habitado por doscientos cincuenta millones de personas, y en el que cualquiera de las aberraciones y extravagancias que lo recorren cuenta con millares de adeptos. A título de anécdota grotesca, tampoco será ocioso recordar la intervención del presidente Clinton, que se dirigió a los niños norteamericanos que vieron las escenas de la catástrofe por televisión para mitigar el impacto traumático de tales imágenes y recordarles que "las personas mayores son buenas". Como si los niños norteamericanos no estuviesen hasta las criadillas de ver violencias y carnicerías de toda índole en la televisión de su país.
Lo cierto, pues, con arreglo a los hechos, y la auténtica realidad es que los sectores más conservadores del republicanismo estadounidense simpatizan con la causa sionista con el mismo entusiasmo que lo hacen los progresistas del partido demócrata. Y tal cosa ha sido así desde los mismos comienzos de esa nación.
El fundamentalismo nortemericano moderno hunde sus raíces en los puritanos pilgrims que arribaron a las costas de Nueva Inglaterra a principios del siglo XVII. Ahítos de Biblia e imbuídos de una especie de fanatismo mesiánico, los tripulantes del Mayflower y del Arbella se consideraban a sí mismos los elegidos de Dios, un concepto que, por aberrante que a la luz de los hechos pueda parecer, ha estado siempre presente en el protestantismo estadounidense.
Concepciones similares a aquéllas fueron reproducidas después por "teólogos" más cercanos en el tiempo, entre los que cabría citar a John Wilson, un frenólogo londinense que en 1840 publicó un libro titulado "Our Israelitisch Origin", donde se establecían las bases "históricas" y "científicas" del mesianismo anglosajón. Según el citado autor, a raíz de las invasiones asirias un contingente del pueblo judío marchó al exilio. Con el transcurso del tiempo esos judíos exiliados se convirtieron en los escitas, que, a su vez, eran los antepasados de los sajones. Una vez establecida semejante cadena genealógica, y tras afirmar que la palabra "sajón" significaba "hijo de Israel", el tal Wilson concluyó finalmente que los ingleses eran descendientes por línea directa de la tribu judía de Efraín.
Como será fácil de suponer, Wilson no estuvo sólo en esa labor de búsqueda "científica". Muy pronto sus fantasmagóricas pesquisas se vieron secundadas e incluso sobrepasadas por otros lunáticos de parecido calibre. Uno de ellos fue el reverendo Glover, que identificó al león británico con el león de Judá y, al igual que Wilson, afirmó que los ingleses descendían de la tribu de Efraín, y los galeses y escoceses de la tribu de Manasés. Poco después aparecería otro investigador similar, Edward Hine, quien en 1870 publicó una obra donde se ratificaban y ampliaban las conclusiones de sus predecesores ("The English nation identified with the lost house of Israel by twenty-seven identifications"). La primera edición de dicha obra fue seguida cuatro años más tarde de una segunda edición revisada según la cual los anglosajones ya no estaban entroncados con varias de las antiguas tribus hebreas, sino con todas ellas.
Todo esto no pasaría de ser una anécdota esperpéntica si no fuera por el hecho de que tales dislates no sólo alcanzaron una considerable aceptación en su época, sino que todavía hoy se incluyen como conceptos básicos en los libros de texto del fundamentalismo protestante anglosajón.
Con el declive del Imperio Británico, semejantes lucubraciones mesiánicas, tan idóneas por otra parte para servir de soporte ideológico al expansionismo y a la dominación, se afincaron en el nuevo centro de gravedad del mundo capitalista, donde encontrarían un terreno abonado para su arraigo en las mistificaciones del protestantismo pilgrim.
No hará falta decir que el enemigo supremo fue identificado durante años por el fundamentalismo nortemericano con la URSS. Pero ésa no era la única amenaza que se cernía sobre tan benemérita nación. Entre algunos sectores de los más adinerados e influyentes círculos del ultraconservadurismo republicano, también estuvo extendida la idea de que la Bestia de las Diez Diademas del Apocalipsis, era la Comunidad Europea, integrada entonces por diez naciones. Aunque es de suponer que la posterior incorporación de nuevos países a la Comunidad dejaría un tanto desconcertados a tan sagaces cabalistas, que a buen seguro estarán escudriñando con redoblada atención en el esoterismo numérico en busca de nuevas combinaciones que confirmen su tesis según la cual "la CE reducirá a la esclavitud a Gran Bretaña y a Norteamérica".
Otro de los elementos recurrentes del fundamentalismo protestante es el célebre Harmagedón, una idea que reviste especial importancia entre amplios sectores de la oligarquía económica y política del conservadurismo estadounidense. Así, durante la campaña presidencial de 1980, y en el curso de una alocución pronunciada ante un grupo de dirigentes del lobby judío neoyorquino, Ronald Reagan se refirió a ese tema asegurando que "Israel es la única democracia estable en la que podemos confiar en la zona donde puede llegar el Harmagedón". No será ocioso significar que uno de los mentores "espirituales" de Ronald Reagan era por entonces Jerry Falwell, destacado predicador fundamentalista y presidente de la llamada "Mayoría Moral" de los Estados Unidos, colectivo que tiempo después se integraría en la Liberty Federation. Por otra parte, las opiniones de Reagan eran compartidas por varios altos cargos de la Administración, entre los cuales figuraban James Watt, secretario de Interior, James Watkins, jefe de Operaciones Navales, John Vessey, jefe del Estado Mayor conjunto, y Caspar Weinberger, secretario de Defensa. Este último también se manifestó sobre el particular durante una conferencia celebrada en la Universidad de Harvard, donde afirmó que, por su condición de judío practicante, estaba familiarizado con los temas bíblicos, señalando su convicción de que la gran batalla del Harmagedón se libraría en la colina de Meggido, un pequeño promontorio situado a unos veinticinco kilómetros de la localidad israelita de Haifa.
Por lo demás, la importancia que los postulantes del Harmagedón otorgan al territorio israelí es algo común y reiterativo en esos ambientes ideológicos, importancia que, en cualquier caso, no tiene más fundamento que sus estrafalarias interpretaciones de ciertos pasajes bíblicos. Muy distinto, por el contrario, es el criterio sobre ese respecto de quienes han sabido valorar la verdadera relevancia estratégica de dicha zona basándose en elementos de juicio bastante más pragmáticos y realistas. Tal fue el caso de Nahum Goldmann, fundador del Congreso Judío Mundial y, posteriormente, presidente de Israel, quien en el curso de la 7ª sesión plenaria del Congreso Judío canadiense se refirió a ese tema en los siguientes términos: "El Medio Oriente, situado entre tres continentes, cruce de Europa, Asia y Africa, es probablemente la región estratégica más importante del mundo... Recuerdo que el encargado de la administración del petróleo en Norteamérica durante la guerra, el señor Ickes, me manifestó que los informes de los expertos confirmaban la presencia de más petróleo en el Medio Oriente que en toda América del Norte y Central juntas, de diez a veinte veces más. Y ustedes saben lo que el petróleo significa para el mundo. Una vez que hayamos establecido un Estado judío en Palestina, todo estará a nuestro favor.....Palestina es hoy el centro de la estrategia política mundial, y los hombres de Estado que se ocupan ahora del sionismo piensan así. Querría que los sionistas lo comprendieran. No siempre lo que se sustenta en la justicia y la honradez es lo que cuenta en este mundo. Las naciones y los gobernantes del mundo determinan su actitud con arreglo a sus intereses realistas. Esas serán las consideraciones decisivas. Todos los aspectos humanitarios del problema palestino no serán, pues, decisivos, y nosotros debemos adaptar nuestra política a los aspectos realistas del asunto".(Seventh Plenary Session, National Dominion Canadian Jewish Congress, May 31, 1947).
Para concluir este breve repaso relativo a las claves mentales propias del fundamentalismo protestante estadounidense, bueno será dedicar unas palabras a la Liberty Federation, auténtico núcleo ideológico de la antigua "Mayoría Moral" y del movimiento ultraconservador actualmente encabezado por Gingrich bajo el lema del Contrato con América. Dicha Federación mantiene una especie de índice de libros proscritos en el que, a juzgar por el puritanismo exacerbado del que hacen gala sus mentores, sólo sería previsible encontrar textos atentatorios contra la moral sexual, cosa que, por supuesto, no es así. Esa hipócrita obsesión por todo lo referente al sexo es simplemente la clásica y manida fachada conservadora, de la que tan buen partido suelen sacar sus "rivales" y equivalentes de la burguesía progresista, el otro bando del muladar, que aprovechan tal circunstancia para proponer a cambio su característico repertorio de esnobismos sórdidos y para intensificar sus campañas de disolución global. Pero el meollo fundamental de ese índice de lecturas malsanas no son los panfletos pornográficos, sino las obras que cuestionan el liderazgo político y militar de los Estados Unidos, las que se muestran críticas con el culto al dinero, las que desenmascaran la "ética" de las finanzas y de las sociedades anónimas, y las que ponen en solfa el sacrosanto "liberalismo" económico. Aunque todavía hay más. Entre los libros censurados figuran títulos como "1984", de Orwel, y "Un Mundo Feliz", de Huxley, dos retratos premonitorios del totalitarismo posmoderno. También aparece en la lista negra la obra de Solzhenitsin "Un día en la vida de Iván Denisovich", uno de los más preclaros alegatos que se hayan podido escribir contra la dictadura soviética.
De esta forma, con un paso hacia atrás de los fariseos piadosos, y dos hacia adelante de sus homólogos progresistas, se va culminado el proceso.
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EL NUEVO ORDEN MUNDIAL EN FRASES
No existe manera más clara de entender el sentido del llamado Nuevo Orden Mundial, que leer los dichos de los artífices y detractores de esta controvertida realidad global. En la edición de Planeta X presentó algunas frases que quizá no forman parte de los libros de historia, pero es importante conocerlas:
“En la política, nada sucede por accidente. Si sucede, usted puede apostar que así se planeó” (FRANKLIN DELANO ROOSEVELT).
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“Cuando uno llega a ser presidente de un país hay otra persona que toma las decisiones, y uno advierte que puede ser un ministro virtual” (BILL CLINTON, 1998).
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“La Era Tecnotrónica va diseñando paulatinamente una sociedad cada vez más controlada. Esa sociedad será dominada por una elite de personas libres, de valores tradicionales, que no dudarán en realizar sus objetivos mediante técnicas depuradas con las que influirán en el comportamiento del pueblo, y controlarán y vigilarán con todo detalle a la sociedad, hasta el punto en que llegará a ser posible establecer una vigilancia casi permanente sobre cada uno de los ciudadanos del planeta” (extraído de la obra “La Era Tecnotrónica”, de ZBIGNIEW BREZINSKY, principal consultor del Grupo Rockefeller y artífice del Nuevo Orden Mundial).
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“Aquellos que fabrican y emiten el dinero y los créditos son precisamente quienes dirigen las políticas gubernamentales y tienen en sus manos el destino de la gente” (REGINALD MCKENNA, presidente de The Midlands Bank of England).
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“Si algún día los americanos permiten que los bancos controlen la emisión de su moneda, los bancos y las corporaciones que crecerán en derredor de ellos los privarán de todas las propiedades, hasta que un día sus hijos se despertarán sin casas en el continente que ocuparon sus padres” (THOMAS JEFFERSON).
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“Hoy día en los Estados Unidos tenemos efectivamente dos gobiernos que están en operación... Tenemos al gobierno debidamente constituido,... y luego tenemos a un gobierno independiente en el Sistema de Reserva Federal, al cual no se le puede controlar ni coordinar, y que es el que maneja los poderes monetarios otorgados al Congreso por la constitución” (WRIGHT PATMAN, presidente del House Banking Committee).
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“El capitalismo, actual ideología triunfadora, tiene el arma más poderosa de conquista: el dinero. La historia de la actual dominación fue perfectamente planificada desde hace mucho tiempo. Desde que Estados Unidos se proclamó independiente, fraternidades económicas mundiales se instalaron en ese país para tomar el control económico y de esta forma el político. Usando políticas de expansión, viejas “familias” poderosas de Europa expandieron a las nuevas tierras sus dominios. Sociedades secretas establecieron sus nuevos imperios, desde los cuales partirían sus estrategias financieras y políticas. Johanes Rockefeller inmigró a América y su descendiente, John D. Rockefeller, se convirtió en el líder del monopolio del petróleo. Con el tiempo, aliado a intereses europeos, promulgaron la creación de numerosas entidades mundiales. Su propósito: la instalación de su poder en todo el mundo para la conquista lenta y paulatina mediante la infiltración del poder económico. Ellos planificaron el establecimiento de varias organizaciones de poder internacional: la Reserva Federal, el Consejo de Relaciones Exteriores, la Comision Trilateral, el Bilderberg Group y las mismas Naciones Unidas. El objetivo final: la creación de un Nuevo Orden Mundial” (WILLIAM COOPER, ex-miembro de la Inteligencia Norteamericana -asesinado-. Extracto del informe sobre El Nuevo Orden Mundial).
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“Estados Unidos es el blanco y la oficina central. Una vez dominado Estados Unidos, el resto del mundo sería fácil de dominar" (DR. LARRY BATES, economista y autor del libro “The New Economic Disorder”).
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“El CFR (Concejo de Relaciones Exteriores, rama fundamental del Nuevo Orden Mundial) es una parte central de la sociedad americana que fue originada en Inglaterra. El CFR, junto con el Movimiento de Unión Atlántica y el Concilio del Atlántico de los Estados Unidos, cree que las fronteras nacionales deben ser eliminadas y que un solo gobierno mundial debe ser establecido. Lo que los Trilaterales (referente a la Comisión Trilateral: Estados Unidos, Europa y Japón) realmente intentan es la creación de un poder económico de proporciones globales superior al poder político de cualquier nación o estado involucrado. Como líderes y creadores de este sistema, ellos gobernarán el mundo. Desde mi punto de vista, la Comisión Trilateral representa un esfuerzo coordinado por tomar el control y consolidar los cuatro centros del poder: político, monetario, intelectual y eclesiástico” (Senador BARRY GOLDWATER –“With No Apologies”, 197 , pág. 128 y 284).
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“Aquel que no vea que en la Tierra se está llevando a cabo una gran empresa, un importante plan en el cual colaboramos como siervos fieles, está ciego” (WINSTON CHURCHILL).
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“Las políticas promovidas por el CFR en materia de defensa y de relaciones internacionales se han vuelto las políticas oficiales del Gobierno de los Estados Unidos. El CFR predominó en el Departamento de Estado del presidente Kennedy, así como su Gabinete y el equipo de su secretario de Estado, Dean Rusk. Anthony Lukas, del “New York Times”, escribió un artículo en el que decía: ‘De los primeros 82 nombres de la lista preparada para ayudar al equipo del Departamento de Estado del presidente Kennedy, 63 eran miembros del Concilio’. Kennedy una vez dijo: ‘Me gustaría tener nuevas caras por aquí, pero siempre me asignan los mismos viejos nombres’ ” (JAMES W. WARDNER, “The Planned Destruction of America”, pág.60).
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El senador JOHN R. RARICK hizo la siguiente declaración acerca de las secretas labores del Grupo Bilderberg ante la Casa de los Representantes:
“Yo he hecho un llamado de atención a nuestros colegas a centrar las investigaciones sobre el Grupo Bilderberg -un grupo elite internacional compuesto por altos oficiales internacionales, así como financieros, hombres de negocios y creadores de opiniones”.
“Esta exclusiva aristocracia internacional sostiene encuentros altamente secretos anualmente en varios países. La información limitada que se encuentra disponible acerca de lo que se planea en estas reuniones revela que ellos discuten sobre materias de vital importancia que afectan las vidas de todos los ciudadanos...”.
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Una declaración en 1991 de DAVID ROCKEFELLER, durante una reunión secreta del Grupo Bilderberg, dice:
“Estamos agradecidos con el “Washington Post”, el “New York Times”, la revista “Time”, y otras grandes publicaciones cuyos directores han acudido a nuestras reuniones y han respetado sus promesas de discresión por casi 40 años. Hubiera sido imposible para nosotros el haber desarrollado nuestro plan para el mundo si hubiéramos sido objeto de publicidad durante todos estos años” (LARRY ABRAHAM, “Insider Report,” enero 1992, pág. 2).
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“Los imperios económicos internacionales están interesados en promover el endeudamiento de los gobiernos. Cuanto más alta es la deuda, más caros son los intereses. Pero además pueden exigir al presidente de turno privilegios fiscales, monopolios de servicios o contratos de obras. Si éste no acepta provocarán su caída, promoviendo disturbios y huelgas que, al empobrecer a la nación les obliga a claudicar ante lo que piden” (CARROL QUIGLEY, extraído del libro “Tragedy and Hope”).
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“Sinceramente creo, al igual que usted, que los poderes bancarios son más peligrosos que los ejércitos armados...” (THOMAS JEFFERSON en una carta a John Adams).
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“Los oficiales económicos de los países más grandes deben comenzar a pensar en términos de manejar una sola economía mundial, junto con el manejo de relaciones económicas internacionales entre los países” (La Reforma de las Instituciones Internacionales: Un Reporte de la Trilateral Task Force en Las Instituciones Internacionales para la Trilateral Commission, New York: “THE TRILATERAL COMMISSION”, 1976, pág. 22).
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“El único interrogante de nuestro tiempo no es si el Gobierno Mundial será alcanzado o no, sino si será alcanzado pacíficamente o con violencia. Se quiera o no, tendremos un gobierno mundial. La única cuestión es saber si será por concesión o por imposición” (JAMES PAUL WARBURG, patrón del grupo financiero S. G. Warburg, miembro de la Round Table y del CFR, en una alocución pronunciada ante una comisión del Senado estadounidense).
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“Solo dénme el control sobre la moneda circulante de las naciones, sin importar quién escriba las leyes” (El barón M. A. ROTHSCHILD, siglo XVIII).
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Brezinsky y Rockefeller invitaron a Carter para que fuera miembro de la Comisión Trilateral en 1973. Ellos comenzaron inmediatamente a buscar la Presidencia. “Nuestros líderes se han rehusado a decir la verdad. Si nosotros, que profesamos la creencia en la libertad, no despertamos ante estos sucesos, el mundo estará encaminado hacia un período de esclavitud…”. (Senador BARRY GOLDWATER, “With No Apologies”, pág. 299).
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“Una sociedad como ésta será dominada por una elite cuyo reclamo por el poder político estará basado en un sentimiento de superioridad científica. Esta elite buscará todos los medios para lograr sus fines políticos, tales como las nuevas técnicas para influenciar el comportamiento de las masas, así como para lograr el control y la sumisión de la sociedad” (extraído del libro “Between Two Ages,” pág.300, de ZBIGNIEW BREZINSKY, fundador y creador intelectual de la Comisión Trilateral).
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El 11 de septiembre de 1991, en un documento enviado al Congreso titulado “Hacia un Inminente Nuevo Orden Mundial”, el presidente BUSH dijo: “La crisis en el Golfo Pérsico ofrece una única oportunidad para movilizarnos hacia un período histórico de cooperación. Después de estos tiempos problemáticos, un Nuevo Orden Mundial puede surgir, en el que todas las naciones del mundo, del este y del oeste, del norte y del sur, puedan prosperar y vivir en una convivencia armoniosa que debe nacer".
“La estructura que debe desaparecer es la nación” (EDMOND DE ROTHSCHILD, en declaraciones a la revista “Enterprise”).
Sin lugar a dudas vivimos sumergidos en una realidad que nos impide ver la importancia de lo que sucede frente a nuestras narices. Un NUEVO ORDEN MUNDIAL está tomando la forma de un monstruo que amenaza con DESTRUIR LA SOBERANÍA DE LOS ESTADOS LIBRES y con ello limitar las libertades individuales de sus habitantes. Un NUEVO ORDEN MUNDIAL IMPERIAL controlado por la OLIGARQUIA DE PSICOPATAS ILUSTRADOS-CORRUPTOS y que incide en el futuro de muchos.
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